por Juan Eugenio Rodríguez

Abstinencia y deseo

¿Cómo pensar el concepto de abstinencia en el discurso psicoanalítico?

Vayamos a la definición en la RAE. Elijo la siguiente referencia: voto de abstinencia, teniendo en cuenta que voto lo podemos asociar a deseo de acuerdo a la acepción que nos permite ese significante, entonces, podemos pensar el deseo de abstinencia.

Cuadro: "Océano profundo"
técnica mixta - Jeuroz´24

Para seguir con la cuestión diré que la abstinencia sería aquello de lo que me sustraigo. Incluyendo el no, como un decir problemático, en tanto es aquello que se vuelve solidario con el límite. Debemos indagar las vinculaciones que tiene la abstinencia con la sexualidad y cuáles son sus implicancias. También podemos tener en cuenta su relación con las pulsiones coartadas en su fin, como la ternura por ejemplo. Si pensamos ese vínculo primordial con el Otro en la constitución del sujeto, qué consecuencias tiene la ternura para el infans. Entendemos que si la abstinencia opera en relación al niño podría ser pensado como la no apropiación, en tanto, genera un espacio cuidado para que sea ocupado por el niño. Un territorio ocupado por la ternura que se vincula con la ética, en tanto declino apropiarme del otro, pudiendo hacerlo, incluso en el contexto de generar la necesariedad urgente del sostén y la asimetría del vínculo, aún así sostener una posición ética.

(Vinculación entre ética y deseo, referencia a “Elena sabe” película argentina de Anahí Berneri, se estrenó en noviembre 2023, protagonistas principales:Mercedes Morán y Erica Rivas)

La angustia cumple aquí una función muy importante y la descubrimos en la clínica. Por ejemplo, ¿en qué circunstancias surge la angustia, frente a qué episodios? Si nos detenemos en este fenómeno podremos sacar una serie de conclusiones al respecto.

Ella me dejó...Lo espero, y no llega... Quiero alcanzarlo, y no puedo... Espero su abrazo que no llega y no llegará. Quiero sus labios que siento en sueños, se humedecen en sueños y el aire, el vacío me acaricia y despierto en una nube fría que viaja sola y se pierde”

Le pido que se detenga y desaparece en las puertas del ferrocarril. No llego, quisiera decirle mi amor y no salen las palabras... que intento dios sabe que lo intento y quedan en una agonía”

Estoy arribando al aeropuerto y veo un tumulto de gente que desde sus cómodas sillas observan al avión despegar y mi grito no alcanza, no alcanza, no alcanza... Si me hubieras escuchado amor, quizá estarías en mi brazos”

En sueños te sueño delicada y suavecita. Siento tu rostro sobre el mío que se pierde cuando despierto y me queda el anhelo y me queda el anhelo, ¿qué hacer con él, qué hacer? Y me quedo con el anhelo como una banda de música en mi pecho que vibra al compás y nada queda”

Quiero indicarles con este poema, cuyo título podría ser “Ternura” la dimensión de lo que estoy diciendo en esta instancia acerca del deseo y su relación con la abstinencia, que es como a mi entender, piensa el psicoanálisis.

“Puedo continuar y lo haré en el derrotero de la poesía, aquella que es de todos y de nadie, es refractaria al mercado, al consumo, a la pertenencia, a la ostentación, a la apropiación, se sustrae, resta, canta en el no de las luces que se apagan, de la oscuridad que a tientas nos susurra en un viento de palabras que apenas se escuchan. En el viaje que esperas durante la madrugada y que no llega. Se que has buscado desesperadamente que te digan dónde estoy, en una cruz, en un cielo, en un templo, en la palabras escritas o pronunciadas, en aquellos sermones que se repiten, en las guerras que invocan la verdad. Y pasan los años, los siglos y quedan oraciones que hablan de la ausencia, del abandono. Del pedido, no me dejes sólo, no me dejes perderme en este vacío. Entonces cada vez la poesía, que siempre está allí, donde habita la palabra del poeta entre la multitud y la soledad”

Sigo intentando definir la abstinencia y encuentro infinidad de ejemplos, en el concepto de la relación sexual no existe, en la mujer no existe, en el amor es dar lo que no se tiene. ¿Cómo dar lo que no se tiene? ¿Cómo?

A alguien que no lo es. Entonces si no es, estamos fuera del campo del ser. Entonces la idea del voy siendo me permite encontrar una alternativa al ser mortificado. Recupera el movimiento, recupera la música.

¿Cómo juega la cuestión de la búsqueda del sentido establecido? la identificación, el significante idealizado, como bronce que nos remite a la idea de algo establecido, fijo, inamovible que nos conduce a una provisoria calma de la angustia, pero que poco a poco nos produce mortificación.

Quiero decir que todo sentido fijo, toda respuesta como anclaje del sentido produce mortificación como costo ineludible. El vampiro de la zaga de ficción Drácula, logra una “vida eterna” a cambio de ello logra una muerte en vida. La novela de ficción de Oscar Wilde, “Dorian Gray” publicada en 1890 por el escritor irlandés, trata del tema ya expuesto por Goethe en “Fausto” “la eterna juventud”.

Pareciera que hubiera un reclamo de que algo se detenga, aunque esa detención nos provoque la muerte en vida. Frente a la angustia existencial el discurso del Amo resulta tranquilizador en su imperativo “Adelante” aunque no sabemos hacia dónde. La incesante voz del superyó que dice “al final todo es una mentira, el único camino es el nihilismo, nada de lo que se hace nos lleva a ningún lugar, elijo no creer en nada y por eso al final le creo al severo y cruel superyó que puede ser encarnado por el canalla. Allí, entonces, por no soportar el deseo-la abstinencia desestimo su ética y me entrego a la pulsión de muerte, a la mortificación y así me aseguro un sentido final.

El ombligo del sueño donde se pierde el sueño a través de una espiral. Quizá la interpretación de los sueños busque al final ese agujero reticular en el que se pierden los sueños. Quizá si me abstengo de detenerme, quizá sólo quizá ese territorio abisal encuentre ese deseo esquivo que impacte en mi palpitar.